Crochet para los modernos, ganchillo para los más castizos o las abuelas tejedoras. Se llame como se llame, es una labor que nunca pasa de moda. De la rebeca para las noches frescas de verano y la colcha interminable para el ajuar, hemos ido pasando por un enorme abanico de propuestas entre las que también está tejer para dar un caracter diferente a objetos más o menos comunes.
La belleza de una piedra se oculta bajo una nueva piel de crochet que la convierte, junto a otras piezas, en un elemento decorativo poco común. El feísmo declarado de una pieza de taxidermia modera el espanto con una delicada funda tejida a ganchillo que cubre ojos y cuernos, esconde la mala conciencia y la devuelve lista para presidir los decorados más atrevidos.
Un gran cangrejo deja de tener aire amenazante cuando su superficie se muestra llena de calados. Tan solo los ojos asoman para recordarnos que, ya sea una figura real o una maqueta, debajo hay una representación de vida.
A partir de estas ideas podemos tomar nota y, echando un vistazo a esos objetos obsoletos que nos rodean, idear nuevos escenarios y composiciones. ¿Tienes unas esferas que nunca supiste encajar bien? Cúbrelas de crochet y analiza el resultado. Puede que al final decidas que no queda tan bien, pero al menos te habrás relajado por el camino.
Claves del estilo. Objetos de colores uniformes que permitan resaltar el calado. Colores en contraste: objeto oscuro-hilo claro y viceversa. Objetos de formas rotundas y claramente identificables. Hilos ligeros que den como resultado una superficie de tejido fina y fácilmente adaptable.
Imágenes vía | Brehan Todd en Flickr
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